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Como casi toda familia de inmigrantes cubanos en Miami, tengo los típicos tíos que comparten enlaces virales en nuestro chat grupal de WhatsApp sobre “cómo curar una enfermedad con limón” o “cómo las auroras boreales en realidad fueron causadas por humanos y no por una tormenta solar”.

A veces los temas son en su mayoría inocentes, pero otras veces tienen efectos reales en la salud y el bienestar de las comunidades. Para más de 60 millones de hispanos en Estados Unidos, esta escena pudiera ser común en los chats grupales de WhatsApp, especialmente aquellos donde la mayoría de los participantes solo hablan español.

En el mundo incierto y cambiante de la inteligencia artificial generativa en el que vivimos hoy, existe un pequeño, pero poderoso equipo de periodistas y tecnólogos que han estado luchando desde hace algo más de dos años contra la desinformación en los EE. UU., centrándose en las comunidades hispanas. Durante una videoconferencia por Zoom a principios de este año, tuve el placer de hablar con Laura Zommer, periodista y abogada nacida en Argentina y cofundadora y CEO de Factchequeado, una iniciativa no partidaria y sin fines de lucro que busca llenar el vacío de información confiable en español por medio de innovación y alianzas hispanohablantes en Estados Unidos para combatir eficazmente la desinformación.

Zommer comenzó la batalla contra el contenido falso alrededor de 2010 en Argentina, donde lideró por 12 años Chequeado, una de las primeras iniciativas de fact checking del Sur Global, y creó Latam Chequea, una red regional de verificadores, que actualmente nuclea a 41 medios de 19 países. Fue después de darse cuenta que enfrentaban los mismos desafíos con Maldita, otra organización de verificadores de datos de España, que ella y, Clara Jiménez-Cruz, CEO de Maldita, decidieron unir fuerzas para ayudar a cerrar las brechas en las necesidades de información de la población hispanohablante en Estados Unidos.

“Nos unimos y lanzamos Factchequeado porque estábamos viendo que los esfuerzos contra la desinformación en Estados Unidos en español eran pequeños, dispersos y no necesariamente tomaban en cuenta algunos aprendizajes importantes que nuestras organizaciones –Chequeado, con más de 12 años, y Maldita, con más de seis– ya habían aprendido”, dijo Zommer.

En abril de 2022, Factchequeado comenzó como un centro que producía y distribuía contenido gratuito de calidad que los socios de medios y organizaciones podían publicar en español, centrándose en temas de desinformación viral generalizada. Hoy, han ampliado su red a más de 100 socios que pueden obtener acceso no solo al contenido sino también a otras herramientas como Chequeabot (desarrollado por Chequeado en 2017) que ayuda a verificar los datos y reformatear el contenido; o un chatbot en Whatsapp (desarrollado por Botalite, una empresa de la que Maldita es socia) que ofrece contenido verificado y es un canal directo para recibir las necesidades de verificación de datos de la audiencia.

Probé el chatbot en mi WhatsApp personal y, como ingeniera de aplicaciones web, también tenía curiosidad por saber cómo Zommer y su equipo construyeron este producto y las estrategias detrás de la alianza de Factchequeado con los medios y organizaciones de la sociedad civil estadounidenses.

Marita: ¿Qué te inspiró a iniciar Factchequeado?

Laura: Sabemos por diferentes encuestas que los hispanos o latinos que viven en Estados Unidos confían poco en los grandes medios de comunicación, porque no se sienten suficientemente incluidos en sus agendas. Basado también en la experiencia que tuvimos en Argentina y España, nos parecía central escuchar más y ayudar a construir una comunidad que tomara decisiones sobre nuestra agenda periodística, en base a lo que personas y colegas nos pedían cubrir.

En el pasado, hubo pocos medios en Estados Unidos que prestaran atención al tipo de consumo de información de estas comunidades. Normalmente consumen más contenidos informativos en las redes sociales, en un porcentaje mayor que el estadounidense medio, y hacen un uso intensivo de WhatsApp, no sólo para comunicarse con familiares y amigos, sino también para informarse. Lanzamos Factchequeado porque queríamos aportar y poner sobre la mesa algunos aprendizajes que teníamos, especialmente relacionados con prestar atención a la audiencia para construir la agenda, estar en los espacios y canales donde estos grupos obtienen su información y producir contenidos en audio, video o en archivos gráficos, los formatos que estos grupos utilizan para consumir información.

Los desinformantes en general (aquellos que ganan dinero o poder con la desinformación) trabajan de forma estructurada. En América Latina, y ahora en Estados Unidos, también comenzamos a formar esas estructuras, pero para contrarrestar la desinformación. Hoy, en Estados Unidos y cualquier otra parte del mundo, colaborar es nuestra única opción para combatir eficazmente la desinformación y tener un impacto real. No nos preguntamos si podemos o no colaborar. Lo que nos preguntamos es cómo podemos colaborar de manera más efectiva, cómo podemos diseñar el mejor flujo de trabajo posible para que esto se pueda extender en el tiempo.

M: Escuchar a la audiencia está en el centro de su trabajo. ¿Qué otros factores son cruciales para su proyecto?

L: A aquellas personas que consumen más desinformación, y no necesariamente tienen una dieta informativa variada, es a quienes intentamos llegar. Otro paso importante para nosotros es ayudar a educar utilizando herramientas que detecten o combatan la desinformación, y herramientas para identificar el uso de inteligencia artificial en imágenes o videos.

Recientemente, Factchequeado, con el liderazgo de nuestra entonces  Jefa Editorial, Tamoa Calzadilla y la colaboración de los equipos de Maldita Educa y Chequeado Educación, publicó una guía bilingüe para periodistas que cubren comunidades latinas con 17 herramientas para combatir la desinformación, como como parte de un fellowship institucional del Reynolds Journalism Institute (RJI). Desde Factchequeado, compartimos consejos y conocimientos no sólo para los periodistas, sino también directamente con el público, con contenido educativo sobre cómo verificar la información y buscar fuentes confiables. De hecho, este año, con el apoyo de PEN America, lanzamos Fact-Desafío, un curso especialmente diseñado para enseñar Media Literacy en WhatsApp.

M: El proyecto ayuda con la producción y distribución de contenido, además de utilizar tecnología para facilitar esos procesos. ¿Cuáles han sido los mayores retos de su equipo durante estos primeros años?

L: En general, incluso en los grandes medios, los equipos que trabajan contra la desinformación en español son pequeños. Lo mismo ocurre con las grandes empresas tecnológicas. El trato que le dan a la desinformación en idiomas distintos al inglés es desigual. Y eso es lo que habíamos vivido y sufrido en nuestros países y continentes en los últimos años: el mismo contenido, a veces exactamente el mismo vídeo, circula tanto en inglés como en español, pero no tiene el mismo tratamiento. Parte de lo que estamos haciendo con Factchequeado, en términos de política estratégica, es llamar la atención sobre este problema y esta desigualdad.

El tamaño de la comunidad hispana en Estados Unidos es mucho mayor que la inversión que Estados Unidos, ya sea del sector público o privado, está haciendo a favor de información de calidad en español.

Otro desafío es que debemos ser conscientes de que la desinformación en sí misma, según nos muestra nuestra experiencia, tiene un componente tanto global como hiperlocal.

M: Eso me recuerda el término que existe desde hace muchos años, “glocal”, que se vuelve aún más relevante en el ecosistema de noticias actual. ¿Tiene algún ejemplo de cómo funciona esto en el contexto de la desinformación?

L: En la pandemia vimos muchos ejemplos de eso. En México había una narrativa de que uno se podía proteger del Covid “comiendo aguacate”, en Francia “comiendo quesos”, etc. Bueno, era la misma narrativa, pero con una característica del país o de la comunidad donde se difundían los contenidos. Creemos que para ser más efectivos en contrarrestar la desinformación en español en Estados Unidos, necesitamos tener una perspectiva global y también local. Por eso tenemos nuestro modelo de más de 100 aliados en 23 estados y Puerto Rico,y seguimos creciendo. Esos aliados son los que escuchan, conocen y trabajan en las diferentes ciudades con sus comunidades y, de alguna manera, son nuestros oídos en esos lugares diciéndonos qué vacío de información vale la pena llenar.

En Estados Unidos, los contextos locales de cada estado y ciudad son muy importantes. Por ejemplo, es un error común hablar de “latinos en Estados Unidos”, pues los cubanos en Miami son diferentes a los mexicanos en Texas, o a los puertorriqueños o salvadoreños recién llegados a Nueva York. Comprender esta diversidad y esta complejidad también es clave.

En general, sabemos muy poco sobre la desinformación en español en los Estados Unidos. Necesitamos aumentar la conciencia: más personas necesitan saber que la desinformación es un problema que puede causar efectos reales, puede causar riesgos para la vida, efectos en la salud, efectos en democracia, efectos sobre el sistema financiero. Y esas personas de las comunidades hispanas, a medida que se vuelven más conscientes, también entienden que pueden contribuir a empeorar el problema o ser parte de la solución.

M: ¿Podría compartir algunas de las estrategias más efectivas que haya utilizado para combatir la desinformación?

L: Una recomendación que hacemos a cualquier medio, ya sea en español o inglés que cubra comunidades latinas, es buscar oportunidades para hacer más accesible la información que ya está disponible en inglés. Incluso una alerta de tornado llega en inglés en este país, y hay personas que quedarán excluidas de eso porque no lo entienden. Una recomendación para todos nosotros es identificar las lagunas de información con antelación y tratar de llenarlas de forma proactiva. Cuando llegan las elecciones, los medios se dan cuenta de que hay que trabajar en el voto latino, pero para entonces ya es demasiado tarde. Lo que tenemos que hacer es identificar esas lagunas de antemano.

M: En un año de elecciones, ¿cuáles son las principales tendencias a las que las organizaciones de noticias deben prestar atención?

L: Este año tendremos elecciones en muchos países y será la primera vez que tengamos elecciones durante el auge de la inteligencia artificial en Estados Unidos.

Basándonos en años anteriores, hay algunas narrativas a las que estamos prestando atención de antemano. Lanzamos una serie llamada Explicador Electoral, que es básicamente un ABC de las elecciones estadounidenses que se adelanta a 10 narrativas desinformantes vinculadas con las elecciones que ya estuvieron presentes en años anteriores. Lo hacemos en multiformato, en parte porque la desinformación electoral suele seguir los mismos patrones sin importar cuándo ni dónde. “Habrá fraude, o hubo fraude”; esa misma narrativa ocurre en Estados Unidos, pero también apareció en Brasil y otros países.

Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Explicar todo lo que podamos cómo funciona el proceso, qué tan seguros o no son esos procesos. Las redacciones también pueden explicar las reglas para que aquellos que quieran dar más sombra al proceso no se aprovechen de lagunas o malentendidos.

M: Mencionamos brevemente la IA, pero me encantaría saber, en su opinión, cómo la IA ayuda o perjudica la misión de los verificadores de hechos de combatir la desinformación.

L: Uno de los principales objetivos de la lucha contra la desinformación es ofrecer información precisa de forma rápida y en los formatos que la audiencia elige. La inteligencia artificial puede ayudarnos a monitorear mejor las tendencias y actuar más rápido. El año pasado hicimos con el apoyo de NYU y el equipo de desarrolladores de Chequeado una herramienta para mejorar el seguimiento de la desinformación en español en  Estados Unidos, y ahora esa herramienta ya es un producto viable y estamos empezando a probarla con organizaciones aliadas. La IA también puede ayudarnos a transformar texto en formatos multimedia más rápidamente. Entonces, si tengo un equipo pequeño de periodistas y editores, tendré más oportunidades de producir más contenido en menos tiempo, con más posibilidades de tener un impacto positivo.

¿Qué nos asusta? ¿Qué nos preocupa? Los deepfakes eran más difíciles de hacer hace unos años que ahora. El costo ha bajado y las herramientas están muy disponibles.

Recientemente, circuló un contenido con la voz del periodista Jorge Ramos, quien en la comunidad latina es muy reconocido, supuestamente anunciando ayuda del gobierno para inmigrantes y extranjeros. Era un deep fake generado con IA: no había participado Jorge Ramos y el gobierno no había lanzado la ayuda. Provino de alguien que probablemente quería ganar dinero con los clics que recibía de estas publicaciones falsas. Lo mismo ocurre con las imágenes que nos pueden hacer creer que un candidato está abrazando a un oponente, etc.

Pero también hay que estar atentos a lo que llamamos cheap fakes, porque ahora, por cómo funcionan las redes sociales y las formas en las que nos informamos, solo con un Photoshop de una imagen o una foto sacada de contexto, la desinformación también tiene éxito.

Creo que la clave es elegir dónde concentrar los recursos limitados que tenemos, construir redes para que seamos más eficientes y nuestro contenido tenga más impacto, desarrollar tecnología que nos ayude a aumentar nuestro alcance a mayor escala y apuntar a educar y capacitar a las audiencias en pensamiento crítico.

Reflexione sobre estas ideas en su organización de noticias:

  • ¿Cuál es el proceso para verificar la información en su sala de redacción?
  • ¿Qué segmento de su audiencia es más susceptible a consumir información errónea? ¿Cómo puede dirigirse a ellos mejor con información verificada?
  • ¿Qué herramientas puedes agregar a ese proceso? ¿Existe alguna automatización que pueda implementar que ayude con la distribución?
  • En el ecosistema informativo de tu comunidad, ¿qué alianzas puedes establecer para trabajar en la lucha contra la desinformación?
  • Si tiene alguna idea, sugerencia o experiencia sobre cómo combatir la desinformación que le gustaría compartir con otras salas de redacción, puede enviarme un correo electrónico a marita.perezdiaz@pressinstitute.org.

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